El templo se asienta en el interior de La Ciudadela, una vasta plaza hundida que podría albergar a miles de personas en ceremonias. Sus muros están decorados con cabezas de serpiente y motivos de conchas marinas, que representan el agua, la fertilidad y el orden cósmico. Cuando los arqueólogos excavaron el lugar, descubrieron cientos de sacrificios humanos enterrados bajo los escalones, probablemente guerreros ofrecidos para consagrar la pirámide. Esto lo convierte en uno de los hallazgos arqueológicos más ricos de Mesoamérica.
Consejo: Lleva prismáticos o utiliza el zoom de tu cámara. Las cabezas de serpiente son más pequeñas de lo que parecen en las fotos, pero los detalles son hipnotizantes de cerca.